Era el día más frío en la ciudad de Bahía Blanca. Probablemente, en todo el país. Sin embargo las condiciones climáticas quedaron en segundo plano cuando los candidatos del Acuerdo Cívico y Social subieron al escenario del Club Olimpo. Las casi 2000 personas comenzaron a aplaudir espontáneamente mientras que la Juventud Radical festejaba con bombos y cánticos: “Volveremos, volveremos/, volveremos otra vez/ volveremos a ser gobierno/, como en el ‘83”.
Jaime Linares, actual diputado provincial, fue quien abrió el acto asegurando que representará a la Sexta Sección en el Congreso. Continuó, resaltando, que “vamos a devolver la posibilidad de ganar en la Sexta Sección. Nosotros no llevamos candidatos virtuales, no somos una interna”.
A los pocos minutos los aplausos volvieron a sonar, esta vez se incluyeron los de la prensa, cuando Juan Pedro Tunessi, candidato a diputado nacional y actual presidente del Concejo Deliberante, enfatizó “Tenemos que terminar con esto, el que piensa diferente no es un enemigo”. También, con el mismo resultado, anunció que la sociedad reclama república y que el ACyS no perderá libertad ni dignidad a cambio de obras.
El público, en su mayoría gente de la tercera edad, se puso de pie y recibió entre festejos y lágrimas al tercer orador, Ricardo Alfonsín.
«Han gobernado durante veintidós años todas las versiones del PJ las que hoy se presentan como lo nuevo y el Frente Para la Victoria y nos han dejado como cuando vinimos de España, ellos son las dos caras de la misma moneda», aseguró. Continuó diciendo que algunos hombres tuvieron la responsabilidad del gobierno bonaerense y ahora se presentan como lo nuevo.
Se dirigió directamente a Francisco De Narváez, preguntando “¿Cómo se puede estar preocupado por el país, pero admirar a Menem al mismo tiempo? ¿Cómo puede hablar de transparencia quien financió la campaña menemista de 2003?”.
Con cada palabra que decía, lograba que el público se vuelva más entusiasta. Casi ya al final del discurso se le quebró la voz y varias señoras ubicadas en las primeras filas comenzaron a llorar. No era para menos. Había llegado el momento de recordar a Don Raúl Alfonsín.
Nuevamente los espectadores estaban de pie. Sonrientes, pero al mismo tiempo con lágrimas en los ojos porque se despedían del hombre que por unos minutos había terminado con cualquier diferencia y pudo conseguir que todos nos sintiéramos iguales. Ésa, tal vez, fue la mejor muestra de democracia que hubo durante la noche.
Esta vez era Margarita Stolbizer quien estaba frente a las eufóricas personas, entre las que también se encontraban personalidades de diversos partidos políticos. Sus palabras fueron dirigidas a la oposición. Contundente, afirmó que “los candidatos no son testimoniales ni virtuales. Nosotros podemos mostrar a nuestros candidatos, lo hacemos con orgullo, los otros, mientras, tratan de ocultarlos”.
«Esta región tiene la potencia que nos va a permitir ganar las elecciones el 28 de junio, aquí no hay ningún candidato testimonial, cada uno representa lo mejor de los sectores productivos» sostuvo. «Queremos ser una mayoría que incluya a los sectores independientes, vamos a conformar una nueva mayoría que nos permita recuperar la República» aseguró, casi tan energéticamente como las personas del público que comenzaron nuevamente a agitar las banderas argentinas que teñían el salón.
Stolbizer, tal como en el caso de Alfonsín, también le habló al peronismo PRO: «La gente pide seguridad, escuelas, y es claro que los que fueron parte del problema no pueden ahora venir con las soluciones. Hay que salir de esta trampa mediática», remarcó. El festejo volvió a reinar cuando la primer candidata articuló “el mejor dirigente no es el que tiene más votos, sino el que tiene la capacidad de hacer feliz a su pueblo».
Elisa “Lilita” Carrió fue la encargada de darle el cierre magistral y apenas se acercó al micrófono, comenzó una ovación que no tendría punto medio. A diferencia de sus compañeros, habló durante casi media hora con voz calma y expresiones que transmitían paz.
En su discurso se mezclaron ironías, bromas y reseñas, históricas. «Néstor Kirchner y su esposa entregaron YPF en los ’90, para después quedarse con YPF en el 2000; mantuvieron las tarifas eléctricas en nombre de los pobres usuarios y, cuando fundieron las empresas, se quedaron con ellas y con el mercado eléctrico. Ahí, las tarifas aumentaron el 200 y el 400 por ciento», explicó. Continuó contando que “el año pasado decidieron quedarse con el campo. Como los ganaderos y agricultores tenían tierras que valían, bajaron la rentabilidad para quebrar los agricultores y quedarse con ellas. En nombre de las jubilaciones estatales, iban a suprimir las AFJP; se quedaron con las AFJP y con el dinero de la Anses».
También le tocó el turno a la ley de radiodifusión: «ahora dicen que vienen por una ley de radiodifusión, pero en realidad vienen a quedarse con los medios. Y cuando no quede nada también se van a llevar lo poco que les queda a los pobres” dijo, mientras le advertía a los periodistas presentes, que se cuiden en algunos puntos a los que se enfrentarán.
Ella también se refirió a Menem, pero en esta oportunidad, a modo de ejemplo “hasta Menem tenía virtudes, al lado de estos. Menem era Illia en comparación”. Automáticamente los presentes comenzaron a protestar, aunque no por más de unos segundos, “no, paren, que a Illia lo quería, pero Menem es bueno en escala a los que tenemos” disparó logrando que los abucheos se transformen en risa.
“Doce años pasaron desde que vine por primera vez a Bahía Blanca. Qué tiempos aquellos, Jaime (Linares) era de buen mozo… Y Virginia (Linares) era más joven. Bueno, también yo lo era, tiene razón Gabriela Michetti cuando dice que estoy vieja. Vieja sí, pero espléndida”, bromeó, casi a la hora de finalizar.
‘Lilita’ Carrió y Ricardo Alfonsín, los más ovacionados de la noche, dedicaron unos minutos a firmar autógrafos y saludar a su público pero eso parecía no ser suficiente para los partidarios. Pocos minutos después, mientras bajaban del escenario, la puerta de vidrio que separaba a la gente de los candidatos fue desmoronada. El objetivo no era otro que saludar a sus figuras políticas tan sólo por unos segundos.
Había llegado la hora de abandonar el salón, pero no era una tarea sencilla: en la famosa Plaza Rivadavia aguardaba un grupo de personas que no había podido acceder.
Silencio, sin palabras 